Por Emilio Ruiz Trueba
Bibliotecario del Museo Etnográfico de Castilla y León
Día de Reyes de 1984. A las 13:45h toda la España de los dos canales pendiente de la televisión. Se emitía una del Oeste, Fort It, de William Castle. ¿Y que tenía de especial esta peli para que se convirtiera en un hito en la historia de la televisión española? ¿Qué tenía de especial para que la población estuviera –estuviéramos– pendientes de la pantalla?
Pues que era la primera vez que se emitía una peli en 3D. Y que para poder verla hacía falta ponerse unas gafas súper chulas que se llevaban anunciando meses antes en todas partes.
El sistema 3D Vídeo consistía en grabar cada una de las escenas de la película con dos cámaras diferentes desde distintos ángulos, así el ojo derecho se centraba en los tonos rojos y el izquierdo en los azules y verdes, creando una sensación de movimiento una vez que el cerebro procesaba las imágenes.
La prensa del día ya advertía que en los televisores en blanco y negro nada sucedería, la imagen se vería normal, sin relieve y que todos aquellos que tuvieran televisión en color y quisieran disfrutar de las bondades de esta importantísima innovación tecnológica habían de adquirir unas gafas especiales y ajustar los colores del televisor adecuadamente.
Y sí, efectivamente, la empresa catalana Promoworld se hizo con los derechos de comercialización de estas gafas y se vendieron 1.500.000 ejemplares en apenas dos meses. Se comercializaban en sobres de tres unidades al precio de 125 pesetas y también la revista oficial de TVE Tele-radio encartaba un ejemplar en el número anterior al acontecimiento.
El caso es que la proyección, dicen las crónicas, resultó un absoluto fracaso, parece ser que nadie vio nada como se prometía, las gafas resultaban incómodas y la mayoría de ellas acabaron olvidadas en algún cajón o en la papelera y por si fuera poco, la película era malísima.
La prensa del día siguiente se cebó con el experimento y los titulares y comentarios no dejaban lugar a dudas: “gafas gafes”, “Las gafas vendidas para la ocasión resultaron inútiles” y muchos las denominaron “las gafas de Calviño”, personalizando el desastre en la figura del director de TVE por aquel entonces José María Calviño.
El caso es que unos pocos años antes esto de las gafas 3D ya había cosechado algún fracaso que otro. Así, Burmar Flax - aquella mítica marca de “golosina líquida para congelar” o, lo que es lo mismo, esa bolsita rellena con agua y colorante que se congelaba y que costaba cinco pesetas – publicó un álbum que incluía 36 cromos del imaginario Burmar Flax en 3D y que se podían ver con las gafitas que se hicieron para ello y ¿sabéis lo que pasó? Pues que esos 36 cromos nunca se editaron, esos álbumes jamás se podrán completar…