Por Emilio Ruiz Trueba
Bibliotecario del Museo Etnográfico de Castilla y León
Allá por 1976, el escritor Wil Huygen y el ilustrador Rien Poortvliet, holandeses ambos, publicaron El libro secreto de los gnomos (Leven en werken van de Kabouter en el holandés original). En esta obra, los autores se nutren de la vastísima mitología de los países nórdicos relacionada con estos seres elementales para construir (o reconstruir) un precioso mundo imaginario basado en las leyendas populares. Posteriormente, los mismos autores continuaron su labor con La llamada de los gnomos, libro que complementaba al anterior.
Así, en estos dos preciosos volúmenes el lector transita por el ciclo vital de un gnomo, aprende de su morfología, su vida doméstica y familiar, sus leyendas y canciones y su especial relación con el medio donde habita.
Emparentados con seres como el tomte sueco, el brownie escocés o el kabouter holandés y por qué no, los duendes españoles en sus múltiples variantes; los gnomos gozan de gran popularidad entre los elementales incluso formando parte del paisaje urbano más kitsch gracias a esos horrendos gnomos de jardín que habitan una infinidad de casas.
En España fue la editorial Montena, actualmente dentro del grupo Ramdom House Mondadori, la que apostó por esta serie publicando el primer volumen en 1980 bajo el título Los Gnomos y continuando su apuesta en 1982 con La llamada de los gnomos. A partir de esos dos volúmenes, Montena siguió durante la década de los ochenta publicando obra sobre los gnomos de los dos autores holandeses, bien en forma de fascículos coleccionables como La maravillosa historia de los gnomos; en octava estuchada como La biblioteca del gnomo; selecciones de los dos volúmenes originales como El mundo de los gnomos y otras obras como El libro de Klaus o La vida cotidiana de los gnomos. También preciosistas libros desplegables o pop-up fueron parte de su extenso catálogo.
En todo caso y quizás el resultado más importante de la obra de los holandeses fue que su trabajo fue la materia prima sobre la que se gestó una de las series de dibujos animados que marcó a toda una generación de chavales, David el gnomo.
Fue ésta una serie de animación española creada por BRB Internacional y emitida por primera vez en TVE en 1985. Fue tal el impacto de esta serie que fue traducida a varios idiomas y difundida internacionalmente. Asimismo, su sintonía de cabecera definía perfectamente la cualidad que quería transmitir, con una melodía y una letra casi perfecta.
Por descontado, ante el éxito de la serie, el mundo impreso relacionado con los gnomos creció tanto como un trol de las cavernas. Así, reconocidas marcas de alimentación recurrieron a los personajes de David el Gnomo como reclamo publicitario para vender su producto, generándose una cantidad de materiales impresos inabarcable: álbumes de cromos, pegatinas, cromos troquelados, naipes o recortables eran repartidos con los yogures Danone, con los phoskitos, con las tarrinas de patés La piara o venían encartados en míticas revistas de los años ochenta como Tele Indiscreta.
Pero lo que sin duda fue la aportación fundamental de esta serie de dibujos animados, además de la belleza de sus imágenes y los valores personales que transmitía, fue que muchos de los que entonces éramos niños comenzamos a amar la naturaleza y a respetarla gracias a las peripecias del gran David el Gnomo. En aquellos años, conceptos como el ecologismo o el respeto por el medio ambiente no estaban presentes en la sociedad como lo están hoy en día y para muchos de nosotros fue un auténtico bautismo en nuestra relación futura con la naturaleza.
¿Cómo olvidar ese último capítulo de la serie? ¿Cómo olvidar ese momento en que David y Lisa tras una larga vida de 400 años, se convierten en dos preciosos árboles fundiéndose con la tierra?