En el Departamento de Conservación se consideran fundamentales las labores de custodia, preservación, documentación, investigación, difusión y exposición del Patrimonio Etnográfico tangible. Es decir, los fondos y colecciones que alberga el Museo, los cuales son objetos portadores de valores laborales, biológicos, domésticos, lúdicos, artesanales y espirituales, constitutivos de la cultura tradicional.
Las piezas que conforman el Museo Etnográfico de Castilla y León pertenecen en su gran mayoría a esta Comunidad Autónoma, si bien otros lugares están presentes, tales como Asturias, Galicia, Castilla-La Mancha, Francia y nuestro vecino Portugal. Territorios, todos ellos, que han conservado un rico legado etnográfico, conformado por aspectos tan dispares como son el arte pastoril, la religiosidad popular, la indumentaria o la joyería. En ellos confluyen estética y funcionalidad, sin que estén ausentes la carga simbólica y las profundas creencias, dando lugar a una interesante simbiosis de lo pagano y lo cristiano.
La tarea diaria del Departamento de Conservación consiste en rescatar del olvido piezas susceptibles de aportar un cúmulo de información legible en clave antropológica, y de dar a conocer las huellas de nuestros antepasados más recientes, pues son símbolos de identidad del hombre actual y un claro referente para el futuro. El progreso no siempre progresa, y lo que a veces consideramos caduco y estancado ofrece un sinfín de posibilidades e ingeniosas soluciones.
El Museo Etnográfico de Castilla y León alberga, entre otros elementos, cuernas con la más insólita decoración, instrumentos musicales, juguetes donde poder descubrir que posiblemente ya todo esté inventando, y mobiliario que haría las delicias de los más prestigiosos e innovadores diseñadores.
En las dos plantas del edificio destinadas a ser almacenes se estudian estas y otras piezas, registrándolas, inventariándolas y catalogándolas, teniendo siempre muy en cuenta las condiciones medioambientales para su óptima conservación.
En la sala de tratamiento se trabaja con las piezas más dañadas para asegurar su supervivencia y su futura exhibición. La exposición es parte fundamental del Área de Conservación y uno de los objetivos prioritarios, donde se apuesta por el dinamismo, la variedad y una óptica abierta y plural que ponga de manifiesto las diferencias, similitudes y características innatas de los seres humanos.
Ruth Domínguez Viñas – Conservadora
COLECCIONES
La colaboración entre instituciones culturales es siempre una fórmula efectiva para estrechar lazos profesionales y poner en valor el patrimonio colectivo. Por esta razón cuando el MUSAC nos propuso realizar un trabajo común en el que presentáramos de forma paralela una obra contemporánea y una pieza de carácter etnográfico, nos pareció una idea que no podíamos rechazar.
Ambos museos, hemos puesto de manifiesto lo enriquecedor que resulta aunar dos disciplinas a priori opuestas que, sin embargo, conjugan la misma esencia: la creación humana. Arte y Artesanía como dos polos cruzados y semejantes que aportan información en clave plástica y antropológica, desarrollando conceptos estéticos, funcionales y sociológicos.
Obras hermanas. Evidencias: Narrativas ínfimas o dramaturgia condensada: América en León y sello de pan
MUSAC y Museo Etnográfico de Castilla y León
El proyecto Obras hermanas pone en diálogo a obras de la Colección MUSAC con obras de otras colecciones de distintos museos con diferentes objetos de estudio.
En esta ocasión hermanamos un sello de pan del Museo Etnográfico de Castilla y León con la obra de la Colección MUSAC titulada Evidencias: narrativas ínfimas o dramaturgia condensada: América en León de la artista Carla Zaccagnini.
Ruth Domínguez Viñas, conservadora del Museo Etnográfico de Castilla y León y Eneas Bernal, coordinador de exposiciones y proyectos del MUSAC, reflexionan en los textos que se incluyen más abajo y en los audios que acompañan a esta entrada, sobre el significado de los sellos en la tradición popular y sobre su papel legitimador y sancionador a lo largo del tiempo.
Además, cada uno de ellos, aporta su comentario sobre la obra perteneciente a la colección de su respectiva institución.
El sello de pan. Por Ruth Domínguez Viñas, conservadora del MECyL
Comentario de un sello de pan por Ruth Domínguez Viñas, conservadora del Museo Etnográfico de Castilla y León
Los hábitos de consumo y elaboración del pan han cambiado lógicamente desde su origen en el Neolítico. Actualmente, la gestión cerealista persigue la alta productividad cuantitativa apoyada en técnicas de producción industrial, en pos de un dispendio rápido y masificado. Esto ha generado pan en barras ultracongeladas, baratas, apenas fermentadas, las cuales adquirimos a diario en una falsa visión de alimento democratizador que, en realidad, nos está malnutriendo.
Históricamente, el pan ha sido motor económico, sustento básico de la población y también artículo de lujo producido por maestros panaderos como funcionarios de la Corte. ¿Podríamos decir que el pan se constituye como un diferenciador social? Evidentemente no es lo mismo comer tortas de maíz que Candeal o mendrugos de centeno.
En nuestros días, a esta connotación pecuniaria se podría añadir el impacto del capitalismo global y la necesidad de una mayor educación ética. Poder no siempre es querer, tendiendo a la compra de pan económico y fabril en vez de adquirir producto de cercanía, artesanal y elaborado con buenas harinas. Porque haberlo, haylo.
Se nos viene avisando de una crisis ecológica que constatan los arquetipos climáticos. Es posible que un giro hacia otras maneras vitales, menos trepidantes y más sostenibles procure una puesta en valor del pan como alimento artesanal y de calidad en el que aplicar técnicas populares y grandes dosis de creatividad. Se conseguiría un artículo cuya conservación duraría varios días pudiéndosele dar distintos usos tal y como se ha venido desarrollando tradicionalmente.
En este tiempo de pandemia ha quedado evidenciado cómo la ralentización de la vida ha supuesto el aprovechamiento del tiempo para la elaboración de lo propio, ejecutado de una forma sana y casera. Han sido muchas las personas que han producido su propio pan siguiendo pasos similares a los dados en obradores y tahonas.
En la vida tradicional del medio rural, la economía de subsistencia obligaba a amasar los propios panes en el hogar. Eran las mujeres las encargadas de este menester, pues se ocupaban del avituallamiento doméstico en general. Trabajaban la masa, dándole forma de hogazas a las que cubrían con paños para facilitar el proceso de fermentación.
El pan era una constante en las casas que, en su mayoría, carecían de horno. Se llevaba pues a hornos comunales donde era necesario identificar las piezas y es aquí donde entran en juego los sellos de pan.
Estos objetos proporcionan marcas distintivas en las hogazas, las cuales tienen similares características formales.
En la cultura popular la identificación de la propiedad es muy común. También los maestros panaderos utilizaron los sellos como marca identificativa a modo de firma de autor. Elaborar pan en ocasiones es todo un ejercicio artístico plagado de simbolismo, dando lugar a panes rituales de boda cuajados de motivos ornamentales, panes funerarios cercanos al aspecto mágico y panes festivos donde la impronta de los sellos es de grandes dimensiones.
La ejecución de los sellos de pan podría ser paralela a la de la elaboración del propio alimento pues en ambas se aplica la creación manual, el uso de los frutos que brinda la naturaleza, la decoración minuciosa sin extravagancias y la contextualización territorial vinculada al entorno rural.
Pan y sellos bien podrían ser obras de la Escuela de Vallecas, realizadas por las manos de Alberto Sánchez quien fue panadero antes que escultor. O quizá no exista ninguna diferencia…
El acto de sellar. Por Eneas Bernal, coordinador de exposiciones y proyectos del MUSAC
Comentario de la obra «Evidencias: Narrativas ínfimas o dramaturgía Condensada: América en León», por Eneas Bernal, coordinador de exposiciones y proyectos del MUSAC
Entre el acervo de la Colección MUSAC y del Museo Etnográfico de Castilla y León, se enlazan dos trabajos que se reconocen mutuamente desde sus bases materiales. Se trata de uno de los sellos de pan de la colección del Museo Etnográfico de Castilla y León y la obra Evidencias: narrativas ínfimas o dramaturgia condensada: América en León de la creadora Carla Zaccagnini en la Colección MUSAC. Este último trabajo está compuesto también por 31 sellos de tinta, formando en su conjunto un calendario. Cada uno de estos sellos contiene titulares, textos, o avisos de cómo se presentaba “lo latinoamericano” en la prensa de León en 2010. Cada día, las personas que trabajaban en MUSAC estampaban un sello de tinta en los materiales oficiales del museo (cartas, tarjetas, informes, entradas, bolsas, etc).
Las dos obras ejemplifican la importancia de dejar constancia de nuestros actos materiales, de firmarlos. Los sellos de pan recuerdan que los alimentos tenían la marca de la persona que los elabora. Hoy, el arte continúa siendo uno de esos pocos ámbitos donde uno conoce el nombre de la persona que se encuentra detrás de la obra que contemplamos. A diferencia de la mayoría de objetos que intervienen en nuestro día a día. Este hecho, el conocer quien hace un trabajo, sin duda, vincula a una sociedad con sus huellas materiales, ya que la soberanía del trabajo podría residir en ese aspecto humano. Al conocer a las personas que elaboran las prendas de vestir que llevamos o que cultivan las verduras que comemos, se reconoce que el trabajo es una forma de desarrollarse personalmente y, ante todo, un servicio a la comunidad.
De otra parte, llama la atención la cercanía y la lejanía física para llevar a cabo cada objeto. De una parte, tenemos el acto de una persona que lee, selecciona y recorta textos de la prensa en León desde su hogar en São Paulo (Brasil). Una obra de arte -en la forma de sellos- que se dispersara desde un museo en Castilla y León, MUSAC. A su vez, encontramos el gesto de una persona que realiza un sello de pan para marcar los alimentos que su comunidad consumiría en algún municipio de Castilla y León. Ante ese difícil equilibrio de tiempos. Los dos trabajos, sin embargo, demuestran la histórica relación del arte y las creaciones materiales con los procesos naturales de la vida. Desde la lejanía y desde la cercanía, los dos gestos reivindican que el hacer con las manos, sigue siendo un trabajo gozoso e inspirador para las personas.
Y, en tercer lugar, uno de los usos más frecuentes de los sellos es el de legitimar, un sello es la validación de una práctica. Todo poder, toda hegemonía, todo sistema encuentra en estos útiles un garante de las instituciones que les dan forma. Hoy, los sellos de pan han perdido su valor de uso, fruto del menosprecio del canon dominante hacia los saberes tradicionales, la soberanía alimentaria, los cuidados y, en definitiva, hacia todo aquello que hace la vida posible. Sobre esta realidad dada o inducida, reflexionan, justamente, los 31 sellos que dan forma al trabajo de Carla Zaccagnini. En Evidencias se extraen titulares, fragmentos de textos o avisos de la prensa escrita sobre ese continente que llaman América Latina. El contenido de cada sello presenta un texto, un gráfico, una noticia o un suceso –algunos están fragmentados, otros completos— con informaciones sobre los ámbitos sociales, políticos y culturales que un diario suele presentar. Evidencias supone una invitación a cuestionar y reflexionar sobre la marca, el rastro o la mancha que la construcción de todo relato forja tanto en las personas como en los territorios que éstas habitan.