–¡Corderito!
–¡Bee!
–¿Dónde está tu mama?
–A los trigos a pacer.
–Si la come el lobo ¿qué vamos a hacer?
–¡Bee! ¡Bee!
Siguiendo un orden en la cadena de la domesticación, atropamos un aprisco de cabras y de ovejas que han seguido desde hace doce mil años a un pastor neolítico que aprovechaba su carne, su leche y la lana. La tradición pastoril, tanto ovina como caprina, se desarrolla en toda la comunidad y sobre las variedades autóctonas de oveja churra, castellana y ojalada soriana, amén de la cabra serrana occidental y la Guadarrameña. Son los pastores depositarios de un gran patrimonio cultural basado en la observación, siendo perfectos conocedores del medio, de los árboles y plantas, de los animales, de remedios naturales, del clima y sus cambios y dominan la talla de la madera y el cuerno. Conservan un desarrollado patrimonio musical de tonadas y canciones, muchas de ellas del ciclo navideño (villancicos, aguinaldos y pastoradas), y también suelen tañer en el campo diferentes instrumentos, flautas, dulzainas o rabeles.
El esponjoso corderito que lastimeramente bala dependiente de su madre es una figura repetida en cuentecillos y en los primeros juegos de la madre y su hijo, que suelta su lengua imitando el tierno balido del corderito. Más adelante la figura del lobo oscurecerá tan dulce escena